viernes, 28 de octubre de 2016

Científicos inician estudio para buscar vida en estrella de Tabby

Pocas cosas despiertan tanta expectación como la búsqueda de extraterrestres. Por eso, cuando en 2015 la investigadora Tabetha (Tabby) Boyajian detectó el extraño patrón de luminosidad de la estrella KIC 8462852, muchos entusiastas se saltaron el principio de la navaja de Ockham.

En vez de explicar el fenómeno con la presencia de un cinturón de asteroides delante de la estrella o alguna causa en la física de KIC 8462852, muchos prefirieron pensar en la hipótesis de que delante de ella había ni más ni menos que una súperestructura alienígena.

Podría ser. Por eso, la prestigiosa Universidad de Berkeley puso el proyecto Breakthrough Listen, una iniciativa privada, con la que buscan señales de radio procedentes de una civilización alienígena en la estrella KIC 8462852, también conocida como estrella de Tabby.

Según un comunicado de esta universidad, para la investigación se usará al telescopio más potente del mundo: el Green Bank, que tiene un plato de 100 metros de diámetro.

"El programa Breakthrough Listen tiene el más poderoso equipo para la búsqueda de vida extraterrestre inteligente (SETI, en inglés), y tiene acceso a los mayores telescopios del planeta”, dijo en el comunicado Andrew Siemion, codirector del programa.

"Podemos mirar, buscar estas señales con mayor sensibilidad y con mayor rango de tipos de señales que cualquier otro experimento en el mundo”. Breakthrough Listen se creó el año pasado con una inversión de 100 millones de dólares, distribuida entre 10 años, y fue fundada por Yuri Milner, un multimillonario ruso que también está detrás del proyecto del disparo estelar a Alfa Centauri promovido por Stephen Hawking.

La descubridora de Tabby

Siemion recordó que, hasta el momento, todos los telescopios que han buscado ahí no han encontrado nada. Así ha ocurrido con el Hubble, el Keck y un gran abanico de experimentos SETI.

Por eso, tanto él como otros astrónomos son realmente escépticos a la hora de explicar el extraño comportamiento de KIC 8462852 como fruto de una civilización avanzada, que nadie pudo ver.

Pero aún así, los investigadores de Berkeley se han asociado con los astrónomos Jason Wright y Tabetha Boyajian, de la Universidad Estatal de Louisiana (Estados Unidos), para observar en profundidad la estrella con el telescopio de 100 metros.

Lo harán por ocho horas cada noche, durante un total de tres noches en los próximos dos meses. La primera de ellas comenzó el miércoles, cuando Wright y Boyajian viajarán hasta Virginia para hacer la primera observación. En ésta se esperaba recoger un petabyte de datos (lo que equivale a un millón de gigabytes) de cientos de millones de canales de radio.

Uno entre mil millones

Los resultados de estas observaciones se conocerán en al menos un mes, cuando los análisis puedan captar los patrones de las emisiones de radio detectadas en la estrella de Tabby.

"No creo que sea muy probable que sean los alienígenas, quizás hay una probabilidad de uno entre mil millones de algo así, pero, sin embargo, vamos a confirmarlo”, señaló Dan Werthimer, investigador jefe del programa SETI de la Universidad de Berkeley.

"Pero creo que si confirmamos en el futuro que hay extraterrestres inteligentes, si es que los descubrimos alguna vez, debería de ser algo así.

Será algo extraño descubierto por accidente, algo inesperado, y que después de ser observado más cuidadosamente digamos : ‘¡Hey! Es una civilización’”.

sábado, 22 de octubre de 2016

El sueño espacial de China madura y ya piensa en la comercialización



Las autoridades chinas consideran que su sueño espacial ha alcanzado ya una fase madura con el lanzamiento esta semana de la sexta misión tripulada de su historia y piensan, a largo plazo, en una posible comercialización.

El programa espacial del gigante asiático tiene ambiciosos planes de futuro, que van desde el envío de una nueva sonda a la Luna (2017) hasta el lanzamiento de un vehículo explorador a Marte (2020), pasando por la puesta en órbita de una estación espacial propia (2022).

Pekín ha dado un acelerón este año a sus proyectos espaciales, como el lanzamiento de su primer satélite cuántico y la inauguración del mayor radiotelescopio del mundo, coronados con el despegue de la misión Shenzhou-11, que se acopló este miércoles al laboratorio Tiangong-2, en funcionamiento desde septiembre.

Con dos astronautas a bordo, la Shenzhou-11 partió este lunes desde la base de lanzamientos de Jiuquan (norte), en el desierto de Gobi -con un reducido grupo de corresponsales extranjeros, entre ellos de Efe, como invitados-, y cerró un paréntesis de tres años sin misiones tripuladas chinas.

Sus 33 días de duración la convertirán en la más larga de la historia del país, más del doble que la anterior.

"Empezamos tarde, comparado con Estados Unidos y Rusia, pero hemos sido capaces de trabajar de forma más eficiente y usar las tecnologías modernas para estudiar y explorar el espacio", explicó a la prensa Zhou Jianping, diseñador jefe del programa espacial tripulado de China.

China puso en marcha su programa espacial mucho antes de lo que suele pensarse, en 1956, aunque el retraso tecnológico del país hizo que dependiera durante años de la ayuda soviética y que hasta 1992 no se planeara lanzar una misión tripulada, algo que se materializó finalmente en 2003.

En los últimos trece años, el gigante asiático ha enviado un total de once astronautas (nueve hombres y dos mujeres) al espacio en seis misiones, que ha ido alargando progresivamente con miras a cumplir el gran objetivo del programa tripulado diseñado en 1992: tener su estación espacial.

"Somos capaces de salir al espacio, realizar tareas fuera de la nave y conectar diferentes plataformas. Son las tres técnicas fundamentales de la navegación tripulada. China va a construir una estación espacial y estamos preparándonos para esta tarea", afirmó Zhou.

Apartada de la Estación Espacial Internacional por la prohibición legal de Estados Unidos a que la NASA colabore con China, el país asiático ha trazado, además, su propia senda de cooperación internacional e insiste en ofrecer sus instalaciones a otros países.

"China tiene interés en unir fuerzas internacionalmente y da la bienvenida a que científicos extranjeros envíen proyectos a nuestra estación espacial. El proyecto está abierto a la comunidad internacional", aseguró a Efe Zheng Yong-Chun, científico del Observatorio Astronómico Nacional de la Academia China de Ciencias.

Aunque detrás de todo ese programa ha habido siempre financiación pública, las autoridades chinas afirman ahora estar dispuestas a permitir que empresas privadas, al estilo de la estadounidense SpaceX, participen en el sector.

"De momento todavía no, pero, en el futuro, la carrera de navegación espacial va a comercializarse y entonces va a haber colaboraciones internacionales", señaló Luo Guqing, responsable de los sistemas de control y navegación Shenzhou-11, en Jiuquan.

Ya hay, de hecho, varias compañías emergentes chinas que se están posicionando para ofrecer servicios en el espacio, entre ellos vuelos comerciales, como Landspace, ExPace, KuangChi o CALT, que acudieron al Congreso Internacional de Astronáutica que se celebró en México a finales de septiembre.

Landspace, una empresa de capital privado fundada en 2015 por extrabajadores de empresas estatales chinas, espera realizar su primer lanzamiento en 2017.

CALT, en cambio, es una firma público-privada, al igual que Expace, una ramificación del gigante estatal CASIC (Corporación de la Industria y la Ciencia Aeroespacial de China) surgida este año y que planea fabricar unos 140 satélites y 50 cohetes hacia 2020.

También es de propiedad privada KuangChi, que cotiza en la Bolsa de Hong Kong y pretende ofrecer viajes turísticos de tres horas a 24 kilómetros de altura.

Todas esas empresas quedan fuera de los grandes proyectos de Pekín, pero, al cumplirse 60 años del inicio de la carrera espacial, el desarrollo del sector en el gigante asiático va abriendo nuevos caminos y mira ya hacia un horizonte en el que el Estado no sea el único actor en juego. (22-10-2016)

Un estudio revela imágenes profundas de Eta Carinae


Eta Carinae es un sistema estelar variable luminoso azul hipermasivo con una edad de entre dos y tres millones de años. Un equipo de investigación internacional liderado por el Instituto Max Planck para Radio Astronomía (MPIfR) en Bonn, Alemania, estudió por primera vez el sistema Eta Carinae utilizando una técnica para obtener imágenes, llamada interferometría.

Los resultados de su trabajo, recién publicados en la revista Astronomy & Astrophysics, revelan que esta estrella binaria es cinco millones más luminosa que el Sol y está formada por dos astros, uno de ellos 100 veces más grande que el otro.

El estudio de esta pérdida de masa es importante para mejorar la comprensión del funcionamiento de las estrellas. Ambos astros crean vientos estelares que producen una temperatura elevadísima que a su vez genera rayos X. Este fenómeno no se había podido observar hasta la fecha porque los telescopios no llegaban a captarlo. Los vientos estelares entre ambas alcanzan los 10 millones de km/h.

Con el nuevo trabajo, el equipo de investigadores obtuvo imágenes muy nítidas de Eta Carinae mediante el uso de una técnica llamada interferometría. Ésta combina las capacidades de los diferentes telescopios para conseguir una imagen más completa. Las nuevas observaciones de Eta Carinae se llevaron a cabo con el VLTI (Very Large Telescope) del Observatorio Europeo Austral (ESO, según sus siglas en inglés) situado en Chile.

Según los autores, esto proporciona una oportunidad única para mejorar nuestra comprensión física de Eta Carinae. La técnica de imagen de alta resolución aplicada por los investigadores permitió al equipo obtener, por primera vez, las imágenes directas de la zona de viento estelar creado en la nebulosa que rodea a este sistema de estrellas y también de la zona de colisión en la región central.

Ésta, llamada nebulosa de Homúnculo, surgió por La Gran Erupción que fue descubierta por astrónomos en 1843. Debido a que esta técnica proporciona una alta resolución espacial y espectral, ha sido posible reconstruir imágenes en más de 100 longitudes de onda diferentes.

Estos resultados son importantes para mejorar los modelos físicos de la zona y para entender mejor cómo estas estrellas extremadamente masivas pierden masa a medida que evolucionan acabando en una supernova. Tom Madura, investigador del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA y autor del trabajo. Explicó que las nuevas observaciones con el VLTI tendrán un papel importante en el futuro modelo porque ahora tienen imágenes más nítidas para restringir los mismos.

Karl-Heinz Hofmann (también MPIfR) destaca su método de reconstrucción de la imagen de onda que les permitió descubrir estructuras inesperadas. "En el futuro seremos capaces de medir cómo cambiarán las propiedades físicas de la zona de colisión del viento cuando la estrella más pequeña esté orbitando sobre la más masiva cada cinco años y medio.

Schiaparelli se estrella en Marte

La Agencia Espacial Europea (ESA) reconoció en un comunicado que el módulo de aterrizaje Schiaparelli se estrelló contra Marte al llegar a la superficie a una velocidad mucho mayor de lo previsto.

"Se estima que Schiaparelli cayó desde una altura de entre dos y cuatro kilómetros (de altura), con lo que impactó a una velocidad considerable, a más de 300 kilómetros por hora", explica la nota de la agencia, según EFE.

La ESA añade que sus científicos creen que el módulo, que tenía por misión explorar la superficie del planeta rojo y era una importante apuesta de la aeronáutica europea, tuvo "una caída libre mucho mayor de lo planeado".

Especulan los expertos con que "los propulsores" del Schiaparelli, que debían frenar su caída al actuar en sentido contrario a la gravedad de Marte, "se apagaron de forma prematura".

La agencia dijo que pudo finalmente desentrañar lo sucedido al módulo, con el que no lograba contactar desde la operación de aterrizaje el miércoles, gracias a las imágenes de la cámara CTX de baja resolución a bordo del satélite MRO de la agencia estadounidense NASA que orbita en torno a Marte.

En la zona del impacto, prosigue la nota, se puede ver en la última de las imágenes dos novedades con respecto a fotografías previas de ese punto. Los expertos creen que una de ellas, la brillante, es el paracaídas del módulo, mientras que la segunda es una "borrosa zona oscura" de 15 por 40 metros que los científicos relacionan con el fuerte impacto del aparato.

La zona oscura podría ser producto del fuerte impacto contra el planeta, que lanzó a la atmósfera una nube de material de la superficie.

Los científicos de la agencia europea siguen mientras tanto recopilando más información para asegurarse de que esto fue lo que realmente ha sucedido con el módulo.

A la vez, siguen trabajando en el análisis de todos los datos que envió el Schiaparelli durante su descenso hasta la superficie del planeta rojo.

miércoles, 19 de octubre de 2016

¿Qué pasaría si impacta la tormenta solar que advierte Obama?

Si aparecen juntas las palabras presidente de EE.UU., tormenta solar, orden ejecutiva y seguridad mundial, uno podría pensar que forman parte del argumento de la última película de catástrofes de Hollywood, pero se trata de algo mucho más real, respaldado por científicos del clima espacial y que debe ser tomado en serio. Barack Obama dictó el pasado viernes una orden, recogida en la web de la Casa Blanca, para que el país se prepare ante un hipotético evento climático espacial extremo, como una gran erupción solar, que podría poner en peligro infraestructuras y tecnologías críticas para la vida tal y como la concebimos hoy en Occidente.

Obama no dice en ningún momento que se prevea un balazo solar en un tiempo breve. Las medidas se toman como prevención, porque la amenaza, aunque de baja probabilidad, es de alto impacto. Y puede llegar algún día. De hecho, ya ha ocurrido en el pasado. En 1989, un transformador en Nueva Jersey quedó inutilizado dejando a 6 millones de personas en la provincia de Quebec (Canadá) sin energía eléctrica a causa de una eyección de plasma solar. En 1859 se produjo el famoso evento Carrington, que inutilizó el telégrafo de la época. Si algo así ocurriera hoy en día, de decenas a cientos de transformadores quedarían destruidos, hundiendo en la oscuridad durante semanas, meses o años a buena parte de los continentes.

Hemos estado cerca de vivirlo. El 23 de julio de 2012, una sucesión de eyecciones de masa coronal -las más intensas erupciones que se producen en el Sol- envió una nube de plasma magnetizado hacia el espacio que atravesó la órbita terrestre. La Tierra consiguió esquivarla, pero si la erupción se hubiera producido tan solo nueve días antes, nos habría golpeado de lleno. Las consecuencias, descritas por investigadores de la Universidad de California en Berkeley y la Academia China de Ciencias en Pekín, habrían incluido estragos en la red eléctrica, los satélites y GPS. Los efectos habrían sido «tremendos» y el mundo habría necesitado de cuatro a diez años para recuperarse.

Con estudios como estos en mente, el aviso del presidente estadounidense va dirigido a las distintas autoridades competentes para que tomen las precauciones necesarias para desarrollar planes y programas de alerta, protección, reducción de riesgos y recuperación. No se trata en ningún caso de que cada cual salga corriendo a construirse un refugio ante el apocalipsis, sino de que los distintos organismos sean conscientes del peligro y se preparen

Adiós satélites y GPS

La orden es clara y va en la línea de las advertencias dadas por los científicos en los últimos años: un fenómeno semejante podría desactivar una gran parte de la red de energía eléctrica, lo que resulta en una cascada de fracasos que afectarían a servicios clave como el abastecimiento de agua, la salud y el transporte. «El clima espacial tiene el potencial de afectar y alterar la salud y la seguridad a través de continentes enteros simultáneamente», recuerda. Las consecuencias totales pueden ser inimaginables.

En efecto, una tormenta solar geomagnética muy poderosa puede dañar los satélites de comunicaciones, noquear los sistemas GPS, cerrar el tráfico aéreo y apagar las luces, computadoras y teléfonos en millones de hogares durante días, meses o incluso años. Además, sería capaz de corroer las tuberías de agua y alcantarillado, socavar las operaciones militares y de seguridad, y hacer daño a los astronautas que viajan en el espacio, según informaban especialistas en meteorología espacial de distintos ámbitos en una conferencia celebrada el pasado abril en Washington.

Los investigadores insistían entonces en la creciente urgencia de reforzar tanto la investigación científica básica como el desarrollo de aplicaciones prácticas. «Una vez que los sistemas empiezan a fallar, (los cortes) pueden multiplicarse en cascada de maneras que ni siquiera podemos concebir», señalaba Daniel Baker, director del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado-Boulder. En un informe de 2013, el mercado de seguros Lloyd de Londres estimaba la población en riesgo de una tormenta masiva «entre 20-40 millones con duraciones de hasta 1-2 años», y el coste de tal recuperación oscilaría entre 600.000 millones y 2,6 billones de dólares. Un caos muy difícil de controlar.

El módulo Schiaparelli entra en Marte y desciende a su superficie


El módulo Schiaparelli entra hoy en la atmósfera de Marte mediante una maniobra muy compleja que demostrará tecnologías europeas.

Schiaparelli se separó el domingo del Orbitador de Gases Traza a una distancia de 900.000 kilómetros del Planeta Rojo y tras haber viajado juntos desde marzo en la misión ExoMars.



Este proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA) y la rusa Roscosmos tiene como objetivo buscar vida en la superficie de Marte, de tipo bacteriano.



En definitiva se quiere comprobar si hay y llegó a haber vida en el pasado en Marte, que en su origen tenía condiciones similares a la Tierra y favorables a la vida.

Aunque la función de Schiaparelli es fundamentalmente demostrar nuevas tecnologías europeas para descenso y aterrizaje, concretamente el control de la orientación y velocidad en el contacto con la superficie.



Desde el domingo Schiaparelli se dirige a Marte en modo de hibernación para reducir su consumo de electricidad.



Será activado pocas horas antes de entrar en la atmósfera, a una altitud de 121 kilómetros y una velocidad de unos 21.000 kilómetros por hora (km/h), que se irá frenando con un escudo térmico aerodinámico.



La entrada en la atmósfera está prevista para las 14.42 horas GMT, según la ESA.

A los tres minutos de haber comenzado el descenso, cuando la velocidad de Schiaparelli se haya frenado hasta 1.650 km/h y se encuentre a 11 kilómetros sobre la superficie de Marte, se desplegará un paracaídas.



Schiaparelli, llamado así en honor al astrónomo italiano, probará durante la entrada un escudo térmico, que es más grueso por si la entrada se produce en medio de una tormenta de arena, un paracaídas supersónico de 12 metros de diámetro y sistemas de guiado, navegación y control, así como una estructura deformable para la toma de tierra, según la ESA.



A los cuatro minutos de haber iniciado el descenso, a una altitud de 72 kilómetros y una velocidad de 320 km/h, se separará el escudo frontal y se encenderá el radar.



A los cinco minutos, a unos 1,2 kilómetros de la superficie y a una velocidad de 240 km/h, se desprenderá del paracaídas.



Posteriormente se activará una hélice de ignición y seguirá cayendo hasta el aterrizaje, previsto para las 14.48 horas GMT.

Una vez en la superficie de Marte, Schiaparelli podrá funcionar entre dos y ocho soles, nombre como se conoce a los días marcianos (un día marciano es de 24 horas y 37 minutos), dependiendo de la duración de las baterías.



Durante el descenso sacará 15 imágenes en blanco y negro del acercamiento a la superficie del Planeta Rojo, que ayudarán a reconstruir la trayectoria y el movimiento de Schiaparelli.



La cámara comenzará a sacar fotos cuando Schiaparelli se encuentre a 3 kilómetros sobre la superficie de Marte y lo hará en intervalos de 1,5 segundos, terminando de sacar a una altura de 1,5 kilómetros.



Las primeras imágenes cubrirán unos 17 kilómetros cuadrados de la superficie y las últimas, de 4,6 kilómetros cuadrados.



Aunque las altitudes a las que se obtengan las imágenes pueden variar dependiendo de las condiciones atmosféricas.

Aterrizará en una zona cerca del ecuador de Marte conocida como Meridiano Planum y obtendrá, por ejemplo, los primeras mediciones del campo electromagnético en la superficie de Marte y de la concentración de polvo atmosférico.



El proyecto tiene dos misiones, la primera fue el lanzamiento de ExoMars el 14 de marzo con el Orbitador de Gases Traza y Schiaparelli y la segunda será el aterrizaje de un rover en 2021.



El domingo Schiaparelli se separó del Orbitador de Gases Traza, cuya trayectoria fue corregida el lunes para que no colisionara con Marte, sino que alcanzara una órbita alrededor, a una altitud de 400 kilómetros sobre su superficie desde la que analizará su atmósfera, especialmente el gas metano, pero también otros como el vapor de agua u óxidos de nitrógeno.



La fase de ciencia del Orbitador durará un año marciano, que equivale a unos 687 días terrestres.

El Instituto de Astrofísica de Andalucía participa en la parte científica de la misión con el instrumento NOMAD del Orbitador, que es el que estudiará el gas metano.

El misterioso “monolito” avistado en una de las lunas de Marte

"Cuando la gente se entere se preguntará: "¿Quién puso eso ahí? ¿Quién puso eso ahí?"

Estas palabras las dijo en 2009 Buzz Aldrin, el segundo hombre que caminó sobre la Luna, en alusión a un peculiar y solitaria roca gigante que se asienta sobre la superficie de Fobos, una de las lunas de Marte.

Aldrin tenía razón: hay mucha gente intrigada por el monolito de Fobos. Ha inspirado todo tipo de teorías conspirativas sobre extraterrestres y fascinantes discusiones en internet.

Incluso dio nombre a un álbum lanzado este año por Les Claypool y Sean Lennon Ono.

Pero ¿qué es y cómo llegó hasta allí?

Erosión natural

El monolito tiene el aspecto de una enorme roca y fue descrito como un edificio de gran tamaño, de unos 90 metros de altura.

Se encuentra en una región desolada y desierta de Fobos, lo cual lo hace parecer aún más impresionante.

No es el único; Marte cuenta con su propio monolito.

Pero la comunidad científica no contempla esos monolitos como evidencia de civilizaciones extraterrestres avanzadas.

El monolito marciano es, casi con seguridad, poco más que un pedazo de roca con un borde más o menos recto que se desplomó de un acantilado cercano.

Las fuerzas erosivas naturales también pueden explicar por qué en Marte parece haber una "cuchara flotante" y una pirámide de estilo egipcio.

Otros fenómenos espeluznantes, como la infame "cara de Marte", no parecen tan inusuales vistos desde cerca o desde un ángulo diferente.

Pero el monolito de Fobos todavía no ha recibido demasiada atención científica.

Es posible que tan sólo sea un fragmento que se formó durante un impacto.

Hay cierta de evidencia de que Fobos pudo sufrir el impacto de algún asteroide. Teniendo en cuenta que es muy pequeño, los escombros también pueden impactar sobre su superficie.

Esos residuos podrían, en realidad, ser arrojados a Fobos desde la superficie de Marte, pues el Planeta Rojo recibe colisiones de asteroides de vez en cuando.

Las fuerzas erosivas naturales también pueden explicar por qué en Marte parece haber una ´cuchara flotante´ y una pirámide de estilo egipcio"

Algunos cálculos sugieren que cerca de 250 partes por millón —o incluso más— de los restos de roca no consolidada en la superficie de Fobos provienen de Marte

El objeto más misterioso

Otra teoría dice que el monolito de Fobos no se formó durante un impacto, sino que podría ser un pedazo extraño de roca sólida lunar, asomando a través de una superficie que, en su mayoría, está cubierta de escombros.

Esa idea fue discutida hace años por los científicos planetarios que exploraban la posibilidad de realizar una misión a Fobos.

Si la hipótesis es cierta, significaría que el monolito podría encerrar las claves sobre los orígenes del propio Fobos.

Y eso haría del monolito algo sorprendentemente interesante.

Según algunas ciencias planetarias, Fobos es prácticamente el objeto más misterioso de todo el Planeta Solar.

Fobos es una de las dos pequeñas lunas que orbitan alrededor de Marte; la otra se llama Deimos. Y no está muy claro cómo llegaron allí.

Ambas son pequeñas y de forma irregular, lo cual las hace parecer asteroides que cayeron en las ondas gravitacionales de Marte hace tiempo.

Pero la forma en que las lunas orbitan Marte hace incompatible esa idea del "asteroide atrapado".

Una teoría alternativa dice que se formaron a partir del mismo material de Marte cuando el planeta se creó, hace miles de millones de años.

Pero medidas astronómicas precisas revelaron que Fobos tiene una densidad mucho más baja que la típica roca marciana

Un gran impacto

Eso deja en el aire una tercera idea: Marte sufrió un devastador impacto con un enorme protoplaneta (embrión planetario) hace tiempo, lo cual generó las dos lunas.

Se cree que un tipo similar de colisión propició la creación de la Luna de la Tierra. Pero nuestra Luna es grande, y Fobos y Deimos son diminutas.

Un gran impacto debería haber dotado a Marte de un satélite mucho mayor.

Sin embargo, un par de estudios publicados en 2016 podrían haber resuelto el misterio.

Ambos concluyeron que la tercera idea es correcta.

Y mientras uno dice que las lunas no son asteroides atrapados, el segundo establece una hipótesis detallada que puede explicar cómo Marte acabó teniendo dos pequeñas lunas.

Aparentemente, el gran impacto generó una gran luna. Y esa gran luna dio lugar a la formación de Fobos y Deimos, y de muchos otros satélites, a partir de los escombros que quedaron.

Al final, la gran luna y todo excepto las dos pequeñas lunas que orbitan cerca de Marte se desintegraron y regresaron a la superficie marciana. Tan sólo Fobos y Deimos sobrevivieron.

Algunas expediciones que se han propuesto para analizar la composición de Fobos y su monolito podrían poner a prueba esa idea.


martes, 11 de octubre de 2016

Los humanos que viajen a Marte pueden sufrir demencia crónica


Viajar a Marte, un reto que la NASA se prepara para conseguir a partir de 2030 y que también persiguen algunas empresas privadas, se convertirá en la hazaña del milenio, pero la gran aventura está plagada de peligros, entre ellos los que supone estar sometido a las altísimas dosis de radiación de partículas provenientes del espacio durante el trayecto.

Un estudio publicado en la revista Science en 2013 decía que la exposición acumulada, para un astronauta con billete de ida y vuelta, sin contar la estancia más o menos prolongada en el Planeta Rojo, equivale a hacerse 33.000 radiografías.

Ahora, investigadores de la Universidad de California Irvine (UCI) se han interesado por lo que supondría esa radiación para el cerebro humano y sus conclusiones elevan aún más la alarma. Los astronautas que viajen a Marte podrían sufrir demencia crónica. Quizás, a su regreso, ni se acordarían del viaje.

Según describe en Scientic Reports Charles Limoli, profesor de oncología radiactiva en la Escuela de Medicina de la UCI, la exposición a las partículas cargadas de alta energía -al igual que las que se encuentran en los rayos cósmicos que bombardean a los astronautas durante los vuelos espaciales prolongados- causan importantes daños cerebrales a largo plazo en roedores, lo que resulta en alteraciones cognitivas y demencia. Limoli ya dio a conocer sus resultados en 2015, pero ahora amplió su estudio, comprobando los efectos con el paso del tiempo.

"Esta no es una noticia positiva para los astronautas que hagan un viaje de dos o tres años a Marte”, admite el especialista. "El entorno espacial plantea peligros específicos a los astronautas. La exposición a estas partículas puede conducir a una serie de posibles complicaciones del sistema nervioso central que pueden ocurrir durante el trayecto por el espacio y persistir mucho tiempo después, como una disminución del rendimiento, déficit de memoria, ansiedad, depresión y problemas para la toma de decisiones”.

"Muchas de estas consecuencias adversas a la cognición pueden continuar y progresar durante toda la vida”.

En el experimento, los roedores fueron sometidos a una irradiación de partículas cargadas (oxígeno totalmente ionizado y titanio) en el Laboratorio de Radiación Espacial de la NASA en el Laboratorio Nacional de Brookhaven en Nueva York, y luego se enviaron al de Limoli en la UCI.

Seis meses después de la exposición (el primer estudio contemplaba los resultados seis semanas después), los investigadores todavía encontraron niveles significativos de inflamación del cerebro y daño en las neuronas de los ratones. La red neural del cerebro se veía afectada por la reducción de las dendritas y espinas de las neuronas, lo cual interrumpe la transmisión de señales entre las células del cerebro. Estas deficiencias fueron paralelas a los malos resultados de las cobayas en las tareas de comportamiento diseñadas para probar el aprendizaje y la memoria.

Miedo y ansiedad

Además, el equipo de Limoli descubrió que la radiación afecta a la "extinción del miedo”, un proceso activo por el cual el cerebro suprime asociaciones desagradables y estresantes anteriores, como cuando alguien que casi se ahoga aprende a disfrutar del agua de nuevo.

Estos déficits pueden hacer a los sujetos "más propensos a la ansiedad”, dice Limoli, lo que podría convertirse en un grave problema en el transcurso de un viaje lleno de dificultades, ya tan estresante de por sí.

Tipos similares más graves de disfunción cognitiva son comunes en pacientes con cáncer cerebral que han recibido altas dosis en tratamientos de radiación a base de fotones. Si bien los déficits parecidos a la demencia en los astronautas tardan meses en manifestarse, el tiempo necesario para una misión a Marte es suficiente para su desarrollo. Las personas que trabajan durante largos periodos en la Estación Espacial Internacional (ISS), sin embargo, no se enfrentan al mismo nivel de bombardeo de rayos cósmicos galácticos porque todavía están en la magnetosfera que protege la Tierra.

El trabajo de Limoli forma parte del Programa de Investigación Humana de la NASA. Investigar cómo afecta la radiación espacial a los astronautas y las maneras de mitigar esos efectos es crítico para los planes de futuras misiones a Marte y más allá.

Las soluciones parciales se están explorando. La nave espacial podría ser diseñada para incluir áreas de aumento de blindaje, tales como las utilizadas para el descanso y el sueño. Sin embargo, estas partículas cargadas de alta energía atravesarán la nave, "y realmente no hay escapatoria”. Los tratamientos preventivos ofrecen alguna esperanza. El grupo de Limoli está trabajando en estrategias farmacológicas que implican compuestos que eliminan los radicales libres y protegen la neurotransmisión.

martes, 4 de octubre de 2016

Preparan una nave para la órbita lunar mediante propulsión basada en agua

¿Es posible poner en órbita a la Luna un satélite mediante propulsión basada en un recurso natural tan abundante en la Tierra como es el agua? Sí, lo es.



Así lo está demostrando el equipo de Mason Peck, un antiguo directivo de la NASA y ahora profesor de ingeniería mecánica y aeroespacial en la Universidad Cornell de Estados Unidos, quien está intentando ir allí donde ningún desarrollador de CubeSats ha ido jamás: alrededor de la Luna.



Los CubeSats son una clase de vehículos espaciales caracterizados por un tamaño estandarizado pequeño y por el uso de tecnologías fácilmente disponibles. Muchos han sido construidos por estudiantes universitarios, y se han lanzado docenas de ellos hacia la órbita terrestre utilizando la capacidad de carga sobrante en lanzamientos espaciales de ingenios más grandes.



El grupo de Peck no solo busca lograr la primera órbita alrededor de la Luna con un satélite no mayor que una caja de cereales y fabricado por completo con componentes ampliamente disponibles en el mercado, sino que lo desea hacer en buena parte con un combustible que podríamos obtener simplemente abriendo una llave del baño.



Esta llamativa iniciativa tiene un objetivo muy importante: demostrar que podemos usar agua como combustible.



Mucha de la masa que se pone en la órbita hoy en día se halla en los cohetes, la única forma de enviar algo al espacio. Pero, ¿y si pudiéramos usar lo que ya está allí? Si pudiéramos hacer que las naves espaciales que ya están fuera de la Tierra repostaran, eso significaría que podríamos ir más lejos, probablemente más rápido y logrando hacer mucho más, sin depender de los suministros de la Tierra.

Si todo va conforme a lo planeado, el CubeSat del equipo de Peck despegará a bordo de un cohete SLS y, en algún punto entre la Tierra y la Luna, será eyectado desde la zona de la carga útil.



El satélite tiene en realidad dos mitades en forma de “L”, que se desacoplarán y se separarán gradualmente entre sí, hasta kilómetros de distancia, aunque siguiendo ambas una trayectoria hacia la Luna. Los satélites gemelos girarán sobre sí mismos a medida que avancen, y ese giro creará momento angular que ayudará a evitar que se desvíen.



Con la energía capturada del Sol mediante células solares, el agua almacenada en sus tanques, en la parte baja de la “L”, se electrolizará liberado a sus dos gases constituyentes: hidrógeno y oxígeno. Estos, sometidos a las condiciones adecuadas, entrarán en combustión en cortas ráfagas, separadas por períodos de 30 minutos a una hora, proporcionando así propulsión. La rotación separará el agua líquida de los gases.



Cuando la nave entre en la zona dominada por la gravedad lunar, frenará y será enviada hacia una lejana órbita terrestre, para acabar reconectando con la Luna días después. El equipo de Peck cree que en este segundo encuentro el satélite estará volando lo bastante despacio como para ser atrapado por la Luna en una órbita a unos 10.000 kilómetros (6.200 millas) sobre la superficie lunar.